23 abril, 2024

Sant Jordi 2014 (de Princesita)

 Princesa saca el último lápiz de la caja y, mientras se lo entrega a Dragón, le advierte “Es el último lápiz que te doy. Los lápices no son para comer, son para escribir, ni siquiera has conseguido escribir media letra sin antes comerte el lápiz, así será imposible enseñarte”. Pero el Dragón es muy listo y aprende rápidamente.

Entonces Princesa divisa a lo lejos otro incordio de caballero que, como todos, pretenderá salvarla del dragón y conseguir la fama, sobre todo esto último. Ya es el sexto y Princesa no puede más con tanto caballero; si cada dos por tres te están intentando matar ¿como quieres que Dragón se concentre? 

Cuando el caballero llega a la cueva en la que estudiaba Dragón, él ya vuela alto con Princesa en su curvado lomo sin dejar de batir esas portentosas alas que tanto le gustan a Princesa, dirigiéndose hacia un lugar en el que los estúpidos caballeros no puedan encontrarlos.

Pero Sant Jordi no es un caballero común, pues no se plantea cazar al dragón, ni tampoco perseguirlo, Sant Jordi ha entendido lo que están haciendo. Llama con un movimiento suave de la mano a Dragona y juntos remontan el cielo hacia sus amigos, puesto que sin cruzar una sola palabra saben que lo son. 


Sant Jordi saca unos lápices mordisqueados de su bolsillo.


Violeta


Sant Jordi 2024

Sobre la revolución


Sant Jordi era un tipo normal. De pequeño le gustaba la idea de matar dragones, pero dudaba que fuera para él y le veía problemas logísticos importantes, así que nunca se lo planteo en serio. Además, sus amigos, con armaduras y penachos rojos en el casco le parecían demasiado forzados. Los miraba con una mezcla de admiración y pena. Eso sí, SantJordi leyó bastante sobre dragones. Al final, la mayoría de sus amigos acabaron por no matar ningún dragón. Con más o menos dignidad, todos dejaron de usar primero los penachos rojos, y más tarde abandonaron también la armadura. Se convirtieron en gente normal rápidamente. Pero SantJordi seguía pensando en dragones. A veces, en los días más largos de verano se quedaba hasta tarde imaginando como se podría matar a dragones bien grandes. Pero como nunca llevo un buen penacho rojo, ni lucio armadura, nadie sospechaba de sus inquietudes. Quizás por eso mismo todo el mundo se sorprendió cuando un día, ya bien entrado en sus cuarenta años, SantJordi apareció en la plaza del pueblo arrastrando una cabeza de Dragon recién cortada. La gente lo miraba atónita al pasar. Miraban la impresionante cabeza de dragón, pero lo que más les sorprendió es SantJordi venia sin armadura, con la ropa hecha jirones, pero sin nada que pudiera semejarse a un buen penacho rojo.




20 febrero, 2024

coevolución

Y entonces se quedo embobado mirando como se levantaban de las toallas y se iban hacia el mar cogidos de la mano dejando sus huellas en la arena caliente y pensó que David y Claudia estaban hechos el uno para el otro. No había sorpresa en esta revelación (lo había sabido siempre), ni una especial alegría (no lo percibía ni como bueno ni como malo, simplemente era), y mucho menos envidia (él también tenia su media naranja). Entonces Claudia le hizo la zancadilla a David, él cual la arrastro con él al caerse sobre la arena y se revolcaron metiendose arena el uno al otro dentro del bañador entre risas. Efectivamente: el uno para el otro.

Le hizo gracia pensar lo de la media naranja, como si uno sin el otro estuviera incompleto. Pero no era así. Él era una naranja entera. Y Silvia era…  una mandarina, quizás más pequeña pero también con todos sus gajos. Necesitaba una metáfora mejor. Complementarse sin ser parte, sino dos todos. Un liquen era bonito, porque el hongo aporta soporte, y el alga alimento, pero una simbiosis es exagerada por que implica dependencia. No necesitaba a Silvia, pero quería estar con ella. Era importante estar con ella, pero no necesario. Ya lo tenía, eran como aquellas mariposas que estudia Pablo, que tienen la lengua tan larga como la corola de las flores que visitan. Lo que no sabia es si él era la flor o la mariposa, pero quizás eso daba igual. Aunque algo no le cuadraba… La flor y la mariposa se ayudaban mutuamente, son completas en si mismas, pero funcionan mejor como equipo, pero parecía como si estuvieran predestinados a encajar. Y a los 40 años sabia muy bien que si solo había una flor que encajase con su lengua (se llamaba proboscide?), las probabilidades de encontrar esa flor serían ínfimas. Y en esa misma playa ya habían al menos dos polinizadores encajando, él y Silvia, y David y Claudia, que ahora loa veía nadando hacia las boyas. Pensó que definitivamente él tenía que ser la mariposa. 


Se estiro en la toalla y no se dio por vencido con la metáfora de la flor y la mariposa. Pablo estaba estirado unas toallas más allá. “Pablo, lo de la mariposa y las flores… por que encajan tan bien? Como sabe la mariposa que hay una flor perfecta para ella? Como la encuentra?”. Pablo empezó ha hablar. Al principio lo escucho con detenimiento, pero Pablo puede hablar durante mucho rato y una vez recibida la información necesaria su cabeza siguió divagando por su cuenta. “coevolución” habia dicho Pablo. Era perfecto. Silvia y él se habían conocido sin encajar tan bien. De hecho, al segundo año de salir él sospecha que Silvia estuvo a punto de dejalo, pero eso daba igual ahora. Millones de años de co-evolución conjunta, cuidandose uno a otro, había seleccionado los caracteres que mejor encajaban, su larga lengua, su profunda corola. Silvia había cambiado con él, ahora disfrutaba más del mar a fuerza de que él la llevase a buscar erizos y pulpos, y él ya entendía los libros de poesía que ella le dejaba. Y no era solo eso. Él era ahora mejor persona. Silvia lo había hecho mejor persona. Y todo en un proceso de cambio imperceptible pero implacable que los moldea. Eso le gustaba. Pero Pablo había dicho que la evolución no tiene propósito ni dirección. Se volvió a incorporar y Silvia le quito la arena que tenia pegada en la espalda. Pensó que le valía la metáfora. De acuerdo, no había propósito. Simplemente eran. Pero sí había dirección. A diferencia de las mariposas y las flores, ellos empujaban esa co-evolución. Y entonces le dijo a Silvia lo que había pensado, que encajaban como una mariposa y una flor después de millones de años danzando en una espiral de beneficio mutuo. Y ella lo miro seria, se acerco a él despacio, apoyo una mano en su espalda, y le metió arena dentro del bañador mientras salía corriendo hacia el mar. 


Se quedo mirando como Silvia llegaba al agua mientras Pablo decía noseque sobre el mosaico geográfico de la co-evolución. Pensó que un día tenia que escribir aquello con calma, por que así de sopetón su metáfora no había sido bien entendida. Pero ahora tenía cosas más urgentes que hacer. Se levanto y hecho a correr hacia ella decidido a hacerle aguadillas hasta que pidiera clemencia. Efectivamente, el uno para el otro. 

12 febrero, 2024

Desexploradores

Nota nº 267 del desexplorador RFT55. Dejada el 23 de Enero de 2048 en una placa de platino. latitud 36.663291390361685, longitud -5.439746811981098. Probablemente sea el último hombre en pisar este lugar. Después de diez horas de penoso avance entre matorral alto y bosque cerrado de quejigos enanos, consigo localizar dos antiguos aljibes, un paso de montaña con la roca desgastada por antiguos caminantes y unos corrales en la zona antiguamente conocida como la Merga según la información rescatada. Intuyo estructuras que podrían corresponder a largos muros de piedra que delimitan el terreno, pero difíciles de rastrear. Parece imposible pensar que aquí hubo actividad humana, pero el ojo atento aun ve sus rastros por doquier. Quede mi testigo de ello. Permitidme alargarme en estas últimas notas que nadie leerá jamas, al menos si los desexploradores estamos en lo cierto. Explorar el mundo tuvo que ser grande. Ser el primero en pisar un lugar. Excitante. Pensamos que ser los últimos sería igual de épico. Ser historia. Pero desexplorar el mundo esta casi exento de emociones. Al principio era bonito ir a un sitio remoto, cartografiarlo, despedirse. Ser el último y registrarlo. Pero poco a poco fuimos quedando menos desexploradores, y más sitios que se perdían para siempre. Así que nunca pude dejarlo, a pesar de no sentir ya nada. Incluso aquí, consciente de que de bien seguro sere el último hombre en pisar este sitio, solo siento cansancio. Hace más de 30 grados a la sombra y aun no ha llegado Febrero. La región esta prácticamente despoblada. La Naturaleza ha conquistado el lugar hace años, haciendolo impenetrable. A quién le voy a comunicar mi desexploración si ya se han ido todos? No hay más emoción que el escozor de los arañazos de las espinillas y los brazos que han dejado el lento avance hasta aquí. Abrirse camino cada vez es más difícil. Quizás me vaya yo también al Norte. Pero si lo hago, quién desexplora todo lo que queda. No, mañana seguiré hacia los llanos del republicano, el puerto del correo, los llanos de libar, los caminos deberían estar mejor ahí según mis fuentes. Alguien ha de ser el último. Y no se por que siento la responsabilidad de ser yo. 

23 abril, 2023

Sant Jordi 2023

Este año hay dos por uno, el segundo de Princesita.

Sant Jordi I

Me quede desconcertado cuando el rey me dijo que era un gran estratega, que lo tenia todo siempre pensado, que mis actuaciones eran brillantes y certeras. Vale, acababa de salvar a su hija, y eso siempre gusta, pero a decir verdad la mayoría del tiempo yo sentía que no sabia lo que estaba haciendo. Por ejemplo, lo de la rosa, yo no pensaba traer nada de la batalla. Ya había rescatado a Princesa, no hacia falta traer además regalos, ¿no? Pero al regresar vi esa rosa tan extraña al borde del camino y la cogí para identificar luego que especie era. Por cierto, que la sangre era mía, que esas espinas son como cuchillos, pero la gente empezó a decir que si era sangre de dragón y tal y no iba a ser yo quien reconociera que me había pinchado tontamente con una espina de Rosa. Al Rey no le quise aclarar nada, pero intente sincerarme con Princesa, que era muy maja, y le dije que al final todo es cuestión de suerte. Si yo de hecho, ni sabia que aquí había un castillo tan grande, ni que lo asolase un dragón. Yo pasaba por ahí un poco por casualidad. Fue un error contárselo. Ahora parecía que lo que hacía no tenía ningún mérito y que yo era una simple marioneta en manos del destino. Fue Dragón el que me saco de mí desconcierto. Él sí que me entendía, me escucho atentamente y hasta me pidió que le enseñara la rosa a ver si él conocía esa especie tan pinchosa. Me dijo que veía en mí a un verdadero héroe precisamente porque soy un maestro de la improvisación. Me dijo que se notaba que estaba atento a todo con mis cinco sentidos, y no era de esos que se despistan tontamente y pierden la fuerza por la boca. Es cierto que no vine aquí a salvar a la princesa, pero vi el humo a lo lejos, las huellas de dragón, los gritos… No llegue justo a tiempo por casualidad. Sabia leer las pistas. Y la Rosa, bueno, sí, quizas la cogiera por casualidad, pero hay que estar atento para verla en primer lugar, y ser rápido de reflejos para ofrecérsela a Princesa en el momento justo. Solo un gran estratega sabe aprovechar lo que se le ofrece y jugar sus cartas para salvarse del peligro. Un momento, ¿y Dragón? ¡Si lo había dejado bien atado aquí mismo! Me quede desconcertado otra vez. Y entonces vi las espinas de rosa en el suelo con las que había cortado sus cuerdas, y a él volando a lo lejos. Dragón sí que lo tiene todo siempre pensado. 

Sant Jordi II

LOS DRAGONES NO EXISTEN

Son las princesas las que mueven esas horribles marionetas, son ellas quienes se encierran en el fondo de las cuevas y quienes hacen sufrir a todos sus familiares y a los que las rodean, pero…

¿porque? ¿porque se encierran, porque han de quemar la torre más alta del castillo, porque tanto lio? Sí, solo es por conquistar la cumbre del corazón de aquellos caballeros, o mejor dicho, del caballero, que lucha con todas sus fuerzas por salvarlas. El caballero que realmente lucha contra LOS DRAGONES que NO EXISTEN.

Violeta

20 noviembre, 2022

CHANGE

 Un amigo de Belén nos reto a escribir algo sobre el cambio climático. Yo no quería hacer una distopía apocalíptica. Tampoco quería un cuento con final feliz. Quería algo complejo. Esto es lo que ha salido... 

https://docs.google.com/document/d/e/2PACX-1vQySHL3_DBYmy34y-GlEhIjD6laXmV73ADxjIGS5vzcF_CJlhsHFnlEoPrdobkmaY_wB70UJPB-ufea/pub

22 abril, 2022

Sant Jordi 2022

Sant Jordi no siempre tomaba las mejores decisiones. Por eso a menudo pedia consejo. Es más, a veces incluso seguía el consejo que le daban. Y eso, ya indica mucha madurez para un treintañero sin casa propia que va matando dragones por ahi. El problema es que no siempre pedia consejo a las personas adecuadas. El rey era un tío sensato. Una persona leída, acostumbrado a pensar a largo plazo, y que, bueno, al fin y al cabo administraba un reino entero. Pues Sant Jordi jamas le pidió un solo consejo al rey. Y Juan, el hijo del herrero, alguien más cercano en edad e inquietudes, que dominaba la caza, las armas y ganador por tercer año consecutivo del concurso de retórica del pueblo. Ni caso. Jamas escucho una palabra de sus advertencias. Sin embargo no dudaba en confiar en Princesa, bien conocida por tomar terribles decisiones, como la de prestarse voluntaria para ser devorada por un dragon, intentar bajar de la torre de palacio con una cuerda hecha de sabanas gastadas o negarse a conocer príncipes galantes y apuestos con armaduras de oro bruñido. Sant Jordi confía en Princesa no por que esta no se equivoque nunca, sino porque esta dispuesto a equivocarse con ella. A hacer, si hacia falta, el camino equivocado juntos y sin mirar atrás. Princesa no siempre daba buenos consejos, pero los daba de corazón y por eso se había ganado el derecho a equivocarse de vez en cuando. Funcionaba por que estaban dispuestos a equivocarse juntos y sin reproches. No siempre tomaban las mejores decisiones, pero incluso las malas decisiones parecen buenas cuando son compartidas.

23 abril, 2021

Sant Jordi 2021

Cuando me miró divertida y me dijo que éramos invencibles quise besarla. El amor te vuelve inmortal. O quizás sean las endorfinas, qué más da. Pero ella me dijo que no se refería a eso. Me dijo que había estado observando y se había dado cuenta de que no podíamos morir. Si caíamos del caballo, caíamos sobre unos arbustos mullidos, cuando atacaban los de Villarriba todas las flechas nos esquivaban, y si la peste negra asolaba las aldeas, jamás enfermábamos. No pude negar que teníamos suerte, pero de ahí a ser invencibles hay un trecho. Entonces me contó que había estado experimentando. Princesa siempre ha sido muy metódica. Me contó que puso la mano sobre el fuego y una racha de aire lo apagó. Tres veces. No pudo quemarse. Casi me convence de que somos los protagonistas de un cuento o algo así y que a pesar de tener las probabilidades en contra, somos invencibles. Me dio un poco de vértigo pensar que Dragón se dejaba ganar una y otra vez o que no era yo quien dirigía mi espada. Por eso acordamos hacer un trato. En el siguiente asalto, había de dejarme golpear por Dragón. Princesa estaba segura que Dragón fallaría en el último segundo y yo saldría indemne. Princesa está loca. Casi la creo, y por un segundo fallé una finta y me expuse un poco a propósito para ver qué hacía Dragón. El miedo invadió hasta el último músculo de mi cuerpo. Y no sé si tenía más miedo a que me golpeara o a que no lo hiciera. No lo hizo, pero para ser fieles a la realidad, la verdad es que justo en ese momento Dragón estaba distraído, pero vi claramente que si me despistaba otra vez, me mataría sin miramientos. Creo. El hecho es que yo no soy tan valiente como Princesa. Por eso desde entonces me sigo esforzando al máximo y lucho con todas mis fuerzas. Yo no vuelvo a arriesgarme para probar sus hipótesis. Porque no sé qué me daría más miedo, que tenga razón o que no la tenga.